22.4.11

«Siete años de cárcel para un tratante alemán de arte que vendía falsas obras de Giacometti»


A diario nos encontramos más sorpresas, la corrupción en el arte continúa y esta vez viene dada por la falsificación de obras. Noticias como esta nos siguen llamando la atención:

Según el tribunal, el marchante y sus socios vendieron falsificaciones del pintor y escultor suizo desde 2003 por valor de nueve millones de euros EFE - Berlín - 06/04/2011

La Audiencia de la ciudad de Stuttgart ha condenado a un tratante alemán de arte a siete años y cuatro meses de cárcel por una estafa multimillonaria con obras falsas del escultor suizo Alberto Giacometti (1901-1966). El condenado, de 62 años y cuya identidad no ha sido divulgada, ha confesado ser el cabecilla de una banda que comerciaba con falsosgiacomettis y que logró estafar a varios coleccionistas y galerías.

…sus fechorías fueron descubiertas cuando intentaron vender por 1,3 millones de euros 17 esculturas a unos compradores que resultaron ser investigadores de la policía encubiertos. En agosto de 2009 se localizó en Maguncia, en el centro de Alemania, un almacén con cerca de un millar de piezas falsas de bronce de Giacometti…

…esta banda de falsificadores incluía en sus obras supuestos certificados de autenticidad y aseguraba a sus víctimas que las piezas procedían de un fondo perteneciente a la herencia familiar de los Giacometti…

¿Cómo es posible que hayan realizado copias de obras de Giacometti, que las hayan vendido y aun por encima certificar su autenticidad asegurando que pertenecían a la herencia familiar del autor? Y lo peor de todo ¿por qué no existe otro tipo de control en el mundo del arte para que esto suceda en menor medida?

1.4.11

«La conspiración del arte contemporáneo»


Por Adrian Searle
Publicado el 17/09/2010

Hay quien sostiene que el arte de hoy es un timo, un fraude, declara Adrian Searle. Pero, ¿por qué iba a alguien a idear una conspiración de esas características? Incisivo e irónico como siempre en su escritura, Searle celebra el formidable acceso universal a las artes, impensable décadas atrás, pese a que eso conlleve una acción determinante contra el descrédito: saber elegir.

Una opinión bastante aceptada defiende la existencia de una conspiración entre artistas faltos de talento pero listos y astutos, por un lado, y una camarilla de corruptos y arrogantes directores de museo, comisarios y coleccionistas particulares, para quienes el gran público no sería más que un hatajo de lerdos iletrados, por el otro. Pero, ¿qué razón tendría nadie para tratar a los miembros del público de idiotas? También hay quien sostiene que el arte de hoy es un timo, un fraude. Lo mismo se decía de Picasso. Ante ello cabe preguntarse qué interés tendrían los artistas en pasarse la totalidad de sus carreras perpetuando una estafa. ¿Por qué iba alguien a molestarse en idear una conspiración de esas características? ¿Habrá alguien a la cabeza, planeándola y organizándola? ¿Se tratará de Vicente Todolí, de Sir Nicholas Serota, o de algún potentado coleccionista oculto en su bunker, como el malo malísimo de una película de James Bond? ¿Qué objeto tendría esta fantasía inverosímil? Siempre ha habido arte malo: mediocre, carente de originalidad, pretencioso, aburrido. ¿Cree el lector que las cosas eran distintas en el siglo XVI? La diferencia es que hoy hay más artistas produciendo más arte, más espacios donde mostrarlo, más museos, más centros de exposiciones, más coleccionistas y más gente contemplando todo tipo de creación. En la actualidad cualquiera puede formar parte del público visitante de un museo. Sin lugar a dudas, nunca como hoy ha habido tanta mediocridad y tanto arte malo, ni tanto diálogo absurdo en torno a él.